martes, 28 de febrero de 2017

La joven del agua. (M. Night Shyamalan, 2006)

En lo que a narrativa se refiere, en el cine no hay lugar para la improvisación. Eso es cosa de los actores y de los técnicos tras las cámaras, no de quien escribe historias cinematográficas. Hay hueco de sobra para ocurrencias puntuales, para ideas que mejoren a las ideas preestablecidas, incluso para borrones y cuentas nuevas. Pero en el libreto no cabe la improvisación. Y eso es lo que da la sensación que es el principal estorbo en 'La joven del agua', que su trama se va abriendo como un cuento para adultos, pero no de esos cuentos leídos con un esqueleto ya ensamblado, sino de esos que un padre va inventando sobre la marcha para que sus hijos se duerman. Ese sistema le sirve al niño para coger sueño, pero no al espectador que se sienta a ver una película.

Shyamalan parece tener un montón de ideas en su cabeza, pero no sabe qué hacer con ellas. Y su método para darles vida es el menos apropiado: no hay filtro, las va soltando a ver qué cuecen, las hila unas con otras sin ensamblajes, y los pretextos y explicaciones con los que pretende convencernos de la veracidad de la fábula son incoherentes. Sabiendo la naturaleza de la película, una fantasía insertada en una excéntrica comunidad rutinaria y acostumbrada a sus propios muros, la apuesta por la prevalencia de esa fantasía y por los personajes que van a sufrirla debería haber sido más firme. Sin embargo, nos encontramos con un grupo de personajes explicados de manera pueril, demasiados secundarios sin peso dramático que en algún momento tendrán importancia, y con demasiadas trampas en el guión como para no sentirse aludido. 


Hay muchas cosas sacadas de la manga y sin ningún tipo de planteamiento serio: el desorden de la historia, una ninfa que debería despertar interés y preguntas por su naturaleza pero que resulta aburrida, un protagonista que está tan perdido que se le pasa por alto que en el pasado era médico y tiene capacidad y conocimientos para curar (agujeros en la historia como este hay varios), la poca inquietud que subyace en el progreso de la historia, un buen montón de escenas intrascendentes, y el hecho de que en la realidad fílmica no haya ningún cuestionamiento acerca de la fantasía que se está montando alrededor. Incluso los tres o cuatro momentos en los que se trata de introducir algún tipo de chiste o, en su contrapuesto, algún momento en clave de terror, resultan vergonzantes y sacados de contexto. 


Esta película saca lo peor que tiene dentro Shyamalan, porque pretende hacer funcionar la fábula a base de simbolismos baratos que solo tienen sentido en su cabeza, mezclando mitos de manera aleatoria, y dando por sentado demasiadas cosas que, en realidad, sí necesitan una breve explicación que resulte veraz, por mucha fantasía que haya. Que toda esa comunidad de personajes se crea que la ninfa es una ninfa, sin respaldo tangible, y solo porque ella y el personaje de Paul Giamatti lo digan, les convierte en la panda de crédulos más soporífera de la historia reciente del cine. 

3,5/10


2 comentarios:

  1. ¡Hola! No comparto mucho tu valoración de la película. Posiblemente porque no soy crítica cinéfila y me dejo llevar por las historias que me calan y me gustan, sin que tengan porqué seguir una coherencia o guión muy marcado. Esta sin duda es de las películas que más me gustan. Encuentro en ella una magia que se transmite quizá en lo que no se cuenta, en lo que no se ve. Reconozco que la peli es rara como una mandarina con lunares, pero sin querer convencer a nadie, a mi me gustó mucho :)
    Saludos.

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    1. Yo me limito a argumentar porqué no me gusta esta película. no juzgo que haya a quien sí le guste y le convenza.

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