sábado, 28 de mayo de 2016

John Wick. (David Leitch y Chad Stahelski, 2014)

La venganza no es un plato que se sirve frío, sino calentito y al punto. Es la máxima que este thriller pretende inocularnos desde el primer momento y al que solo le bastan unos inmediatos 10 minutos para meternos de lleno en su eficaz propuesta: una película de acción y violencia elegante, vistosa y muy estilosa, de ritmo y montaje videocliperos, visceralmente artesanal y fluída y con Keanu Reeves determinante apoderándose de su rol de asesino a sueldo cuya presencia calmada no es más que el disfraz bajo el que esconde "al hombre al que se envía a matar al hombre del saco".

Recordando a títulos recientes como 'Drive' o 'Venganza', o alguno más alejado como 'Payback', en esta ocasión tenemos una narración menos contemplativa pero más eficiente. La ira asesina de su protagonista queda explicada en, como ya he dicho, apenas unos minutos de metraje: su venganza no se basa en la reciente muerte de su mujer ni en la amenaza del grupo mafioso al que persigue. Simplemente le han tocado los cojones en el momento menos oportuno. De hecho, su propósito atiende más al desahogo que a la revancha. Y según avanza la trama, un John Wick que apenas articula unas pocas palabras en todo el film es descrito por cómo los personajes episódicos que van saliendo a su paso le tratan y por lo que dicen de él. Un respeto religioso, alusiones casi místicas y legendarias a su forma de trabajar, y el miedo palpable en la reacción de los enemigos en cuanto descubren que están metidos en la boca del lobo al enfrentarse a este tipo. 


La premisa es muy sencilla, roza la estupidez, pero el gancho es de acero y te atrapa de inmediato. Las coreografías, los tiroteos y la acción son magnéticos, rodados en una conglomeración de métodos y técnicas vanguardistas y huyendo de la cámara temblorosa tan rancia y gratuita que impera en el cine moderno. Es el resultado de saber recurrir al lenguaje audiovisual de la industria del videojuego, cuya versatilidad a la hora de proporcionar dosis de adrenalina en el campo de los excesos está menos oprimida, sin desmarcarse del cine clásico del propio género. 


Consciente de su falta de pretensiones, con aportes irónicos, con total desvergüenza invocando momentos tópicos pero imbuyéndoles de su carácter desenfadado y fresco, 'John Wick' es diversión y entretenimiento del que sales satisfecho y sin un ápice de rubor por concederle méritos. Pura gozada. 

7 / 10 


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