miércoles, 18 de mayo de 2016

Batman: Tierra Uno, de Geoff Johns y Gary Frank.

A estas alturas, una reinterpretación de los orígenes de Batman es algo atrevido teniendo en cuenta que Nolan en el cine y Frank Miller en las viñetas los han repasado dejando bien asentada la génesis del héroe y convirtiéndola en icónica. Pero ahí radica el atractivo de la obra que nos embarga, en adentrarse en esa especie de universo alternativo de DC llamado Tierra Uno, librándose de las cadenas y opresiones a las que estos personajes están sometidos después de tantos años en los que sus pilares están más que asentados. 

El guion de Johns propone a un Batman que no es un héroe, sino que es un niño malcriado que tras el asesinato de sus padres querrá vengarse a toda costa. Batman es solo un tipo normal, cabreado y deprimido, con mucho dinero y poder, y que arde en deseos de tomarse la justicia por su cuenta. Adoctrinado por un duro Alfred veterano de guerra, carece de la preparación metódica y perseverante, tanto a nivel físico como psíquico, para enfrentarse a las entrañas de Gotham. Su conducta es impulsiva, carece de cualquier tipo de estrategia, y entre sus planes no se encuentra nada relacionado con convertirse en ese justiciero encapuchado al que conocemos en la línea oficial. Ya ni hablar de convertir su trauma en el motivo para embarcarse en su cruzada contra el crimen arraigado en su ciudad. 

Por otra parte, tenemos a un Gordon alejado de ese detective que le echa agallas a todo lo que se cruza por su camino. Más bien tenemos a un hombre acojonado, al que le asignan como compañero a un Bullock con ganas de conseguir buenos casos para hacerse eco en los medios. Para rematar la faena, el alcalde Cobblepot se presenta como el principal villano cuya mano está metida en todas las tramas de corrupción que alberga la ciudad. 

El planteamiento es interesante y atractivo, y el dibujo de Frank es una verdadera pasada. Tenemos un Batman furioso, sin apenas formación, con artilugios que le dejan vendido en mitad de las peleas y que mete la gamba en cada una de sus apariciones, que aún carece de la ayuda del futuro comisario, y que desconoce por completo a qué se está enfrentando. Lo malo es que esta historia se queda a medio gas y pierde fuelle según avanza. Lo que más me deja apeado de esta nueva versión es mi incapacidad por empatizar con Bruce y con Gordon. No soy capaz de rendirme ante estos personajes cuando están desprovistos del aura mitológica que han albergado siempre. Creo que se podía haber humanizado y mostrado de la manera más realista posible a estos personajes tal y como propone el cómic, pero sin despreciar algunas de sus capacidades que siempre les han acompañado. Más que nada porque aquí tenemos a ambos personajes desprovistos de afán en lo que hacen, o de inteligencia en sus acciones. Otros autores nos los han podido mostrar como personajes temerarios de sí mismos, incluso torpes o ingenuos en sus inicios. Pero no hasta el límite al que aquí son llevados. 

Me gusta el Batman al que aún le falta todo por aprender y que cada una de sus acciones las haga realmente mal, porque esto solo puede significar un crecimiento en futuros capítulos. Pero como episodio piloto no me entusiasma, me deja la sensación de innecesario, de que hay otras novelas más afortunadas y con mayor frescura a la hora de narrar estos acontecimientos. El potencial lo tiene, desde luego, y tengo esperanzas en que este universo paralelo tenga fuerza suficiente para atraparme. 

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