domingo, 15 de mayo de 2016

Expediente Warren. (James Wan, 2013)

Decir que una película de terror me ha mantenido con la mirada en otra parte que no fuera la pantalla durante un 25% de su metraje no es otra cosa que concederle méritos. Demostrando conocer y manejar el lenguaje del género como pez se mueve en el agua, James Wan dirige esta sobrecogedora película que se toma el miedo muy en serio, madura, honesta y carente de las trampas a las que se acostumbra a recurrir en el género. 

Es importante apreciar que la película basa buena parte de su potencial en unas interpretaciones potentes y alejadas de cualquier tipo de histerismo y sobreactuación. A las inquietantes y competentes actuaciones del reparto adulto hay que sumarles un reparto infantil y juvenil formado por cinco niñas capaces de fabricar tensión e incertidumbre con sus personajes. Para muestra, la formidable escena en la que una de ellas asegura a su hermana estar viendo a alguien detrás de la puerta, unos minutos de metraje en los que ambas se adueñan del suspense transmitido al espectador en los que sin mostrarnos nada más que la interacción entre ambas, la evolución de emociones durante esos momentos y la reacción final  logran perturbar al personal con una eficacia impecable. 


También es inteligente el buen uso del sonido conjuntado a la ambientación. La película no pretende dar el susto, sino que recurre a una fórmula bien trabajada de ir apretando los tornillos poco a poco durante un primer tercio del film que puede considerarse como una de las presentaciones más logradas de películas de casos paranormales, instalando un constante estado de alarma que pacientemente va irrumpiendo en los nervios del público, sin la desesperación de buscar efectismos artificiales y aislados, señalándote dónde está la amenaza privándote de verla, haciendo valer que todo aquello que el espectador pueda imaginarse será más terrorífico que cualquier otra cosa que pueda mostrarle. La película utiliza el terror como conjunto, no como sucesión de episodios. 


Es una obra que revuelve las tripas sin necesidad de mostrar obscenidades, vísceras o elementos narrativos exagerados. Hace su propia revisión del género recurriendo a elementos clásicos sin caer en la repetición ni haciendo hincapié en los lugares comunes. Digna sucesora de las míticas 'El exorcista' o 'Al final de la escalera'

8/10


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