Sorpresita de película, una de esas que te encuentras en raras ocasiones y que disfrutas al comprobar que su naturaleza extravagante, ridícula e incluso pueril funciona y se te mete por las retinas y recorre cada uno de tus sentidos dejándote esa sensación que se explora cuando haces algo por primera vez en la vida. La película es arriesgada y está plagada de méritos, dos actores que dan todo de sí mismos, una historia con buena cantidad de mensajes contraculturales positivos, un humor muy primario pero usado de forma muy inteligente, que se despreocupa de las formalidades y el buen gusto para ofrecernos otras cosas bonitas en forma de impúdicas flatulencias.
'Swiss army man' es rara ya desde el planteamiento: un joven náufrago al borde del suicidio se hace amigo de un cadáver. Y se enamora de él. Y juntos viven aventuras y descubren qué es la vida. Y la vida, alejada del decoro y el formalismo social, es un conjunto de impudicias que escondemos y limitamos al ámbito más privado de nuestra individualidad. La vida son flatulencias, son tonterías y pensamientos absurdos, son erecciones repentinas, son todas esas cosas que queremos hacer y no hacemos por vergüenza. Y la película te explica eso a través de un enorme arrojo de sinceridad consigo mismo del protagonista, y a través de su relación con un cadáver que bien te enciende una fogata o bien te sirve de moto acuática propulsada por sus propios pedos (sí, la peli va a saco con esto, y es genial), y que así resucita sus ganas por vivir.
Del dúo protagonista solo se pueden contar halagos. Paul Dano, un actor cuya trayectoria está marcada por personajes que de una u otra forma se les hace bullying y vejaciones varias, y Daniel Radcliffe, eterno Harry Potter, desmarcándose en unas interpretaciones complejas y llenas de pasión. Son muy conscientes del absurdo de sus personajes y de lo loco que es todo en el guion, y ellos se amoldan a ese disparate con firmeza y una entrega total al propósito del film. Entienden de qué va el asunto, entienden que los convencionalismos están fuera de lugar, y se adaptan a esta jungla de lo incorrecto con una maravilla de actuaciones.
Es imprescindible entrar en su juego, dejar de lado la "realidad" del cine, tener ojos inocentes y una reflexión atrevida y creativa mientras se ve. No tiene cabida en ella el cinismo, ni el clasicismo, ni la tradición. Todo lo que se puede extraer de ella choca con cualquier tipo de formalidad, ahí radica su principal valor, y que tiene la capacidad de señalar a cualquier adulto maduro y decente y decirle que en el fondo escondemos a nuestro niño que se sigue riendo con caca, culo, pedo, pis, para al final dejarte la duda de que en algún momento del camino perdimos la pureza de la vida tal como es para encajar en la vida tal y como la hemos desvirtuado.
7,5/10