miércoles, 8 de marzo de 2017

Capitán América: el Soldado de Invierno. (Anthony & Joe Russo, 2014)

No soy yo precisamente el mayor fan del Capi, ¿sabéis? Es más, en Civil War yo era del equipo de Iron Man. Y además, la primera parte del soldado Steve Rogers me había dejado casi tan helado como terminaba él antes de despertar en nuestra actualidad. Pero mira tú por dónde, llega esta secuela, precedida por la que nunca me cansaré de ver 'The Avengers', y se nota un cambio de tono y de maneras que me entusiasmaron. Sí, posiblemente esta sea la película de Marvel que más me sorprendió, y a día de hoy me sigue pareciendo brutal en el entramado superheróico su mezcla de cine de espías y conspiraciones con el cine de acción de vieja escuela que trata en la medida de lo posible de huir del CGI y recurrir a la potente artesanía de los efectos especiales en plató.

Lo que me echaba atrás del personaje era sobretodo su origen y propósito, lo de tío debilucho que se convierte en líder de la tropa me resulta un recurso facilón (ya sea en un cómic, en una peli, o en cualquier formato), y su naturaleza de ética impermeable y moral elevada me parecían cansinas y aburridas. Además, esa personalidad de yerno perfecto que se trae el amigo tampoco es que me ayude a conciliarme con él. Sin embargo, en esta ocasión tiene un fondo dramático mucho más interesante que convertirse en el súper soldado definitivo, que es encajar en una sociedad a la que no pertenece, en la que todos sus seres queridos han muerto o están en ello, y parece imposible que esté capacitado de conciliar una vida propia con su misión como defensor. Siempre es más interesante un personaje con ciertos miedos, dudas, fracasos y debilidades emocionales que uno como el que vimos en la primera parte, que es un ABC de trama del que intenta superarse a sí mismo y ayudar a vencer a los villanos de turno. A eso hay que sumarle un enemigo que sí le pondrá en aprietos de verdad, tanto a nivel físico como afectivo, que se convierte en su némesis, y la definitiva demostración de que Hydra está en todas partes, incluso dentro de la propia Shield.


Otro gran punto a favor es Black Widow, que ya desde 'Avengers' empezaba a merecerse película de título propio simplemente por arrebatar escenas y vencer en carisma al resto de héroes. Resulta un personaje muy necesario en esta secuela para completar las carencias en solitario del Capi, al igual que Nick Fury. 

La acción que se nos presenta no es tan propia de una película donde hay personas que tienen superpoderes. Aquí la mayoría de escenas transcurren a base de adrenalínicas persecuciones, peleas cuerpo a cuerpo, tiroteos con armas automáticas,... Es una de las películas de la factoría que menos fantasía carga, y eso propicia un tipo de diversión más descarnada y dura, más física, con mayor complejidad en su desarrollo y con un guion más sesudo que recurre menos a ciertos artificios que propicia esa misma fantasía. También hay que destacar su intención de poseer identidad propia como proyecto cinematográfico más allá de ser un episodio más del universo al que pertenece, y de alejarse del tono propagandístico que embulle al personaje para llevarlo a un terreno con más amplitud de miras.


Y entonces tengo que rendirme ante ella. Me gusta mucho, quizá la que más de Marvel después de 'The Avengers', y eso es mucho nivel sabiendo, como ya he dicho, que mi predilección es Iron Man. Todo en ella funciona muy bien, los hermanos Russo hacen un trabajo tras las cámaras con muchas pretensiones que se ven satisfechas y rematadas a conciencia, la propia película funciona como resorte transitorio entre las Fases 1 y 2 del UCM a las mil maravillas, sorprende con algún giro de guion sacado de la manga, tiene drama y diversión calculados para no extenuar, y apabullante acción. 

8,5/10


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