domingo, 30 de abril de 2017

John Wick: Pacto de sangre. (Chad Stahelski, 2017)

'John Wick' se convirtió en un eslabón del cine de acción moderno que defiende el entretenimiento sin renunciar a las formas, y esta secuela lo tenía fácil para coger el rebufo y seguir por la senda ya marcada. Una segunda parte que continúa apostando por una estética elegante y por un trabajo visual perfeccionista, donde la seña de identidad es la violencia que no satura, y que se convierte en el principal recurso narrativo y descriptivo de la historia, profundizando en la sociedad de asesinos que ya presentaba la primera sin necesidad de reiteraciones o explicaciones obvias. 

Si algo define a la película es la medida justa. Las coreografías, los tiroteos, los diálogos o los efectos visuales, todo está calibrado al milímetro para que sean lo más precisos posibles, para que toda la sucesión de escenas ruede al ritmo preciso como si de una orquesta se tratase. Hay un esfuerzo colosal por evitar las explicaciones o las subtramas, la película va directa al grano. Es reseñable la influencia del mundo del videoclip y de los videojuegos, la manera en que se desenvuelve el film parece estar pautada por lo que marca la omnipresente y enérgica banda sonora y parece atender a una lógica progresiva más propia de un concierto que de una película. Sabe dar más de lo mismo pero aumentado y mejorado, sabe hacer crecer los arcos argumentales de forma calibrada, y afila cada escena para que no haya elementos que entorpezcan el desempaquetado de su oferta. Sabe de sobra que el objetivo es entretener y de paso dejar algunas sorpresas al espectador, y logra sobradamente que aquel que vaya buscando ni más ni menos que eso salga plenamente satisfecho.


Me encanta que Keanu Reeves esté tan comprometido y haya logrado hacerse con un personaje que le permita lucirse y sacar el talento que tiene, que no es precisamente el de la gesticulación o el del diálogo, sino que su habilidad interpretativa radica en lo físico, en el movimiento. La mayoría de escenas aprovechan esa capacidad y huyen de artificios, todo está hecho para que el baile sea lo más real posible. Sin dejar de mencionar la funcionalidad de cada plano, el montaje no coloca nada de forma aleatoria ni para rellenar, cada movimiento de cámara y cada corte están pensados concienzudamente para que sumen peso a la acción que se está desenvolviendo y no para meter paja de más. Por eso es una película tan importante para el género, porque demuestra que se puede fabricar una historia a través de la técnica audiovisual y no de un guion profundo.


'John Wick: Pacto de Sangre' es coherente, es divertimento rodado de forma inteligente, extravagante, donde las exageraciones no perturban su desarrollo, que no se anda lidiando con situaciones que lo frenen, sabe utilizar el humor de manera que no acapare la atención, y finalmente se convierte en una de esas películas que gusta por hacer simple lo complicado. De verdad que digo que es cine para ver, analizar y entender por qué funciona tan bien en las escuelas.

7/10


miércoles, 26 de abril de 2017

Silent Hill. (Christophe Gans, 2006)

El cine y los videojuegos no acaban de llevarse bien del todo. Pese a las semejanzas a nivel audiovisual cada vez más cercanas, a nivel narrativo la distancia sigue llevando equívocos y torpezas a las películas que se adentran en este terreno, y en muy pocas ocasiones la experiencia de los juegos se ha sabido llevar a la gran pantalla. Precisamente por confundir las formas en que un videojuego transmite su historia al público, y la forma en que el cine lo hace. Y el ejemplo ante el que estamos es de las pocas veces que, pese a sus defectos, sí que parece tener empeño en contar su relato atendiendo a las claves del séptimo arte, respetando la esencia de la franquicia Silent Hill, en vez de aferrarse por completo a la mecánica del mundo de las consolas.

El principal acierto de 'Silent Hill' es quedarse con la estética y la ambientación del videojuego, incluso con la propia banda sonora, con riguroso respeto, y librarse de todo lo demás. La historia y los personajes, aunque tienen que ver con él, están totalmente escritos para que funcionen en la película. De hecho, cualquiera que no haya jugado previamente podrá disfrutar del visionado ignorando su existencia. El acierto tiene que ver en la forma en que avanza el guion, construído por capítulos y no por fases, que es donde otras películas del subgénero caen estrepitosamente. La diferencia es más importante de lo que parece, pues una trama capitular avanza de forma natural con escenas o momentos transicionales, mientras que la trama por fases va a saltos y con poco lubricante.


Respecto al terror de la cinta, algunos de los bichos han envejecido mal. El ordenador se nota bastante en ellos, y dan más asquete que otra cosa. Si bien Pyramid Head y las enfermeras están muy logrados y propician momentos gore deliciosos, y el ambiente oxidado y perverso es para tener en cuenta. La niebla del pueblo no está del todo aprovechada para generar miedo o confusión, y hay muchos elementos a los que se les podía haber sacado más petróleo, desde la trama paralela en el mundo real, hasta la forma de jugar con el interrogante de si las protagonistas están atrapadas en una especie de limbo, de infierno, o en la propia muerte. Deja esa sensación de esfuerzo inacabado y dejado a medias.


La película no es que sea la excepción que rompe la regla de los trasvases del videojuego al celuloide, pero se aprecia la intención de serlo. Los ridículos que pueda cometer vienen dados por el presupuesto y cierta esencia de cine B, que por las acciones de los personajes. Tiene estilo, huye de tópicos, y aunque deja algunos posos ilógicos, se deja gustar y es decente. 

5,75/10


lunes, 24 de abril de 2017

Power Rangers. (Dean Israelite, 2017)

En una palabra: maravillosa. Bueno, todo lo maravillosa que puede ser procediendo de donde procede y siendo un producto concebido para entretener, cero pretencioso, y que juega sus cartas con más ganas de divertirse que de ganar la partida. Pero dentro de su aroma bobalicón bastante adorable, es inteligente y se esfuerza por elevar la historia a sus personajes hasta donde se dejan llevar.

El principal argumento para poder defenderla es que el director Dean Israelite y el guionista John Gatins tienen en cuenta dos factores: por un lado la serie de los 90, sus límites, su simplicidad, y por otro lado los tiempos que corren de superhéroes cada vez más complejos, espectaculares y coherentes con sus propios universos. La combinación sale muy bien tomando de cada factor lo necesario, y combinando la ingenuidad de uno con la imperiosidad de convertir la historia en algo que los que ya no tienen 6 años sino veintitantos puedan disfrutar y digerir sin tener que sentir vergüenza por ello. Y la verdad, te lo pasas bomba con ella. Porque está bien construida, es lógica, hace un enorme esfuerzo por tener alma sin apartarse de su esquema simplón, y logra un resultado sorprendentemente digno. 


Dentro de ese ejercicio de autoconsciencia, es un acierto apostar por actores no conocidos, ya que ninguno de los personajes levanta la película por sí solo, pero en conjunto encajan como un puzzle y funcionan como un reloj suizo. Teniendo cada uno definición y forma de proceder bien delimitadas y distinguibles (no temáis, que aquí la cosa se esmera mucho más que en distinguirlos simplemente con el recurso del color del Ranger que es cada uno), los cinco protagonistas evolucionan, se compenetran y tienen sintonía entre ellos. Y el director sabe desmenuzar la pieza original para desechar todo lo que hoy no podría funcionar: las metamorfosis individuales, las cabriolas y peleas con postureo en cada movimiento, el reloj comunicador y gadgets del estilo, los rayos de teletransporte, el ser personajes blancos e inmaculados (los Rangers de antaño eran adolescentes modélicos, mientras que esta película comienza con Jason y un colega de pillerías haciéndole una paja a lo que creen que es una vaca pero que resulta que eso no es una ubre, sino una poll...), las frases lapidarias de serie B,... Todo eso está descartado, y se sustituye por elementos más digeribles, por un humor muy agradecido, y por una acción concentrada en el tercer acto que llega justo cuando tiene que llegar y que lo convierte en un momento delicioso y muy nostálgico (con el "Go, go, Power Rangers incluído" y quedando como dios, ojo a eso). Por cierto, Rita Repulsa es una de las villanas más eficaces que ha dado este tipo de cine últimamente, y aunque su trasfondo no esté explicado, sí que da la sensación de que su mala leche y su maldad están infundadas. 


En fin, es una película que da todo lo que puede dar sin traicionar el espíritu de la serie, que nuestro niño que creció en los 90 adoraría a su veintipico, que gustará a quienes pertenecen a generaciones posteriores y no crecieron con ello, que tiene bullying, zoofilia, gore light (pero gore al fin y al cabo), toca el tema de la homosexualidad sin tener que explicarse por ello ni que ponerse medallita por ello, que incluso se atreve a meter un personaje que envía las fotos porno que le enviaba su ex a otras personas para hacerle daño, que tiene un toque gamberro,... Os recuerdo que estamos hablando de los Power Rangers, y todo lo anterior habría sido inimaginable en aquella serie. Pues en la película está todo eso, y queda que te cagas. Dadme secuelas 5 más, por favor.

6,25/10


viernes, 21 de abril de 2017

Cazafantasmas 2. (Ivan Reitman, 1989)

No es que me haya empeñado en desatar una cruzada contra esta franquicia, pero lamentablemente un trozo de mi infancia ha muerto con el revisionado. Si la primera parte me resultó más apreciable por la conjunción de talentos pasándoselo bien que por su calidad cinematográfica, y el reboot me resultó simpática pero muy limitada, esta secuela me parece un estiramiento de chicle torpe que tira por el lado cómodo de la inercia en vez de proponer algo nuevo

Atención porque el lado cómico del asunto comienza con una supuesta escena chistosa en la que dos de los cazafantasmas ahora hacen de payasos de cumpleaños infantiles. ¿Los cazafantasmas han dejado de cazar fantasmas, y para ilustrar la penosa situación en la que se encuentran no se les ocurrió nada mejor? Una película que ya en su comienzo tiene muy poca energía. Diré algo a su favor: se puede ver con el cerebro apagado y tiene algunos momentos que sí hacen gracia. Pocos, pero los tiene. Y la escena en los juzgados es rescatable. Pero durante la mayor parte del metraje da la sensación de que los encargados de llevarla a cabo están explotando un contrato comercial más que dándole cariño y esfuerzo para sacar adelante un producto digno.

Lo que en la primera parte era camaradería entre el grupo de actores, ahora parece monótono y aburrido. Ni siquiera Bill Murray parece encajar en una fiesta que huele a invitados forzados a asistir y a VHS desgastado. Una película que intenta ser más cómica y terrorífica que la anterior sin lograrlo, y con una pesada carga propia de la época de la que es hija, la transición entre los 80 y los 90, en la que muchos creativos audiovisuales tenían un montón de cosas nuevas e innovadoras a su alcance, pero no sabían muy bien qué hacer con ellas.


Se equivoca al intentar darle mayor seriedad al argumento, las caras de malo del villano son chiste sin pretenderlo, el esbirro humano del villano es insufrible, meter un bebé como elemento vulnerable facilita momentos muy ñoños, y para remate ocurren cosas fantásticas sin un mínimo de esfuerzo por explicarlas, y pasan porque sí. Con una fórmula que se agota demasiado rápido, 'Cazafantasmas 2' tiene todo lo malo del dicho "segundas partes no son buenas".

4/10


jueves, 20 de abril de 2017

Deadpool. (Tim Miller, 2016)

Ya me fustigo yo por la crítica que le hice cuando la vi en el cine. Aquella vez no me terminó de convencer: expectativas demasiado altas, y no terminé de conectar con su segunda mitad. Pero esta vez, asumiendo que la película tiene la particularidad de trazar un esquema a lo Ace Ventura pero en superhéroe (o sea, todo el cachondeo de la película pasa por su protagonista, dueño y señor de la función, y lo que le rodea son las excusas para que Deadpool se burle o haga todo lo que le dé la gana) me ha caído mucho más simpática. Incluso le he encontrado el punto de leve genialidad.

Lo que oferta ya lo sabemos: entretenimiento gamberro, poco filtro y acción bastante bien filmada y que además acompaña a la descripción del carismático antihéroe por lo chiflada y bruta que resulta. A ello se le suma que se puede hacer broma con absolutamente todo. No hay reglas estrictas, y en ese sentido resulta muy agradecida y sin contienda. Eso también es su propia trampa, ya que, como me ocurrió tras su estreno, hay ciertos chistes que me resultan repetidos en su segunda mitad. Pero ahora los perdono porque me dejo llevar por la propuesta y me apetece divertirme mucho más que aquella vez. La verdad es que es un poco idiota intentar ser duro con ella, porque al final la película te puede a ti. 


Ryan Reynolds no se chupa la polla a sí mismo porque no se llega, y su interpretación básicamente es eso. Funciona porque sales de la película queriendo ser ese personaje. Pero sigo creyendo que los personajes que le rodean podrían haber dado mucho más. Si bien los buenos modales de Coloso me hacen bastante gracia, a Negasonic Teenage Warhead se le podía haber sacado mucha más chicha, y ya que tienes el personaje de novia independiente, prostituta y de relación sexual extrema, convertirla en chica en apuros durante el acto final me sigue pareciendo doloroso, hubiera sido un verdadero golpe en la mesa saltarse ese cliché. El villano, pues porque tiene que haber villano. Lo dicho, todo lo que tiene que funcionar pasa por el personaje de Deadpool. 


Cosas que mantengo, pues que la película del mercenario bocazas tiene todos los ingredientes que se supone que tiene que tener: acción, violencia, sangre, sexo, payasadas, bromas infantiles, lenguaje soez, metareferencias burlonas y la confidente ruptura de la cuarta pared por parte del antihéroe. Me sigue gustando más su primera mitad, en la que explica cómo llega a la escena en la que comienza la película, que la segunda. Espero que las secuelas coloquen amortiguadores a las payasadas del personaje de Wade Wilson para que éstas no agoten su encanto tanto como agotado está el cinismo de Tony Stark.

7,25/10


miércoles, 19 de abril de 2017

Cazafantasmas. (Paul Feig, 2016)

Tengo una noticia, no sé si buena o mala: no es peor que la original a la que hace las veces de remake o reboot. Le he encontrado más gracia, menos originalidad, más enérgica, menos ingeniosa, más consciente de sí misma y menos carismática. Tiene el mismo humor tonto que aquella, más actualizado evidentemente, y las chicas se lo pasan muy bien, forman un equipo que da tan buen rollo como el de la tropa de Bill Murray, y saben perfectamente a lo que están jugando.

La película hay que tomársela como lo que es: un producto desechable, una oda a la inmadurez, que de vez en cuando hace gracia y de vez en cuando da algo de vergüenza ajena. Vamos, es que en ese sentido no se desmarca en absoluto de la de 1984 (que la nostalgia no os impida ver el bosque, que aquella brillaba más por la reunión de talentos que por su calidad fílmica). A favor de esta, tiene un toque desafiante y no se reprime a la hora de lanzar algún dardo envenenado con dosis letal hacia la cultura masculina. Es en ese terreno donde más congenio con ella, me gusta la propuesta, aunque por ser puntilloso hubiera sido la caña que los mandos de dirección y guión estuviesen también en manos de una mujer. 

Pero tampoco voy a tirar cohetes, no me he vuelto loco. Es una película limitada, me da la sensación de que Melissa McCarthy intenta ser graciosa de forma forzada y que no está a la altura del resto de sus compañeras (Kate McKinnon es un portento de la naturaleza y sales queriendo ser como ella), y no deja de ser una copia con cambios para disimular. No es una película que me de razones ni para querer volver a verla de forma voluntaria, ni para odiarla tanto como para no dejarla puesta si alguna vez vuelvo a tropezarme con ella. 


Y bueno, si alguien sigue creyendo que esta película es un atentado a su infancia, que revise su infancia, que quizá no es tan perfecta como la recuerda. Os asombraría la de películas a las que guardamos cariño que se caen por su propio peso al volver a verlas en la actualidad. 'Los cazafantasmas' es una de ella, y esta actualización simplemente le hace justicia, sin mejorarla y sin empeorarla. Tal cual. 

5,5/10 


jueves, 13 de abril de 2017

Ghost in the Shell (Mamoru Oshii, 1995)

Una de mis películas de animación favoritas, que gana con cada revisión, y que hoy en día le concedo más legitimidad que la que podría tener en el momento de su estreno.Tiene una lucidez única para abordar un futuro en el que las máquinas puedan albergar espíritu propio, en el que el terrorismo sea capaz de franquear cualquier recóndito lugar gracias a un mundo cada vez más virtual y tecnológico, en el que la humanidad habite los elementos intangibles de la infinita red. Y sabe del papel fundamental de los gobiernos y su entrega total a las empresas en esa cuestión.

No necesita de demasiadas explicaciones para abordar su filosofía. El arte visual de la película habla por sí solo, acompañado de una banda sonora onírica y que colabora de forma activa en la inmersión de su propuesta. Tampoco da respuestas rotundas, y deja en el aire muchas de las cuestiones que aborda para reflexión del propio espectador. Incluso la posibilidad de que las máquinas sean capaces de procrear y tener descendencia es una cuestión en la que se sumerge sin dar cabida a una profunda meditación, dejando el poso de la posibilidad y dejando un siniestro abanico de posibilidades.

El ciberespacio como nueva frontera, la tangibilidad y habitabilidad de los softwares de las máquinas a través de los implantes biomecánicos, o el concepto del ser humano cada vez más diluido, cada vez menos natural y más artificial, son solo parte de las abundantes interrogantes que la película marca. No solo aborda problemas existencialistas sobre la condición humana, sino que la sociología tiene también su importancia en ella, y deja espacio para preguntarse acerca de a dónde va una sociedad cada vez más vulnerable y desprotegida frente que progresa más lentamente que las capacidades de información, conocimiento y cibernética. 


Una pieza de animación ciberpunk que se acerca o incluso queda a la altura de grandes clásicos de la ciencia ficción, que cuenta con la gran baza de tener un punto de vista oriental, que pretende interactuar con el espectador y no dejarle nada resuelto. Fascinante, críptica, lleva el "pienso, luego existo" a nuevas miras. 

9,25/10


jueves, 6 de abril de 2017

Ghost in the Shell. (Rupert Sanders, 2017)

Tengo una buena noticia: es muy entretenida. Hay whitewashing, el final pervierte a la original, la reflexión política queda excluida, hay sobreexplicación en temas que su referente dejaba para la indagación de cada uno, y la filosofía y antropología queda bien pulida para acercarla al público occidental mediano. Pero es muy entretenida. Por lo tanto, no puedo caer en la bajeza de decir que es una mala película o un fracaso (como película, su nivel en taquilla es otro cantar); en todo caso, es una reproducción del anime que ha cogido las piezas que le convenían para hacer lo que quería con él y se ha sacado un blockbuster que se puede ver sin esfuerzo.

Pero en eso consisten los remakes, y más cuando es un remake americano que parte de un producto ajeno a sus fronteras. Recordemos que 'Los siete magníficos' es la americanización de 'Los siete samuráis'. Vamos, que no seamos tan puritanos ni más papistas que el papa, y vayamos a la película como ente individual. Partiendo de la base de que se ha preferido acoger todo el tema antropológico que ya proponía la de Mamoru Oshii y jugar con ello y esquivar la vertiente político social, el resultado es el mismo que coger cualquier lección de ontología y alargarla y diseccionarla lo suficiente para que pueda entenderla cualquier persona que no sea un erudito. Habrá quien se quede con las escenas de acción y con los logrados efectos visuales. No culpo que la película dé una de cal y otra de arena en ese sentido, hay que dar de comer a las dos vertientes, y no es fácil coger todo lo que significaba 'Ghost in the Shell' y llevarlo a un campo en el que cohabitan tanto los entusiastas de la de 1995 como los neófitos que tan solo buscan un par de horas de diversión. Pues bueno, la papeleta se resuelve de forma digna y resultona, sabiendo homenajear a aquella en el diseño, en el calco de algunas de sus escenas o con ese examen del mensaje que lanzaba, y sabiendo contentar a quienes llegan, pagan la entrada, y se van. 


No hay prostitución de la original. Ni de lejos, vamos. El respeto hacia ella queda patente, por mucho que joda que Hollywood la lleve a su terreno. Y claro que quedan cosas mejorables, muy mejorables. El personaje que viene a hacer las veces del titiritero encargado a Michael Pitt queda relegado a un papel mucho más aprovechable, y quedan lastradas las posibilidades de acometer el tema del terrorismo al que estamos dispuestos a someternos con el auge de la cibernética y la tecnología, o de la causalidad de las grandes empresas y gobiernos en la prosperidad del mismo, o de la frontera que separa esas empresas y gobiernos a la hora de quién decide construir la sociedad en la que nos movemos, con las libertades o identidades propias que estamos sacrificando en pos de su avance. El villano que nos lanza esta versión moderna está estereotipado, encajonado a alto cargo de poderosa multinacional con malos hábitos y prácticas, y su función no va más allá de la de caer mal y tener focalizada de forma corpórea la agresión que sufren los protagonistas. Pero como miles de veces ha ocurrido antes, y no voy a penalizar a esta película por repetir ese esquema simple y que, quieras que no, para las pretensiones dadas funciona. 


Y en fin, no es una película que corra demasiados riesgos, y pasa por el filtro oportuno. Tampoco cae en la pereza de limitarse a copiar o a repetir ideas, dando una vuelta a la tortilla a la hora de abordar el tema de los espíritus humanos despertando dentro de las máquinas, prefiriendo bordearlo en esta ocasión con los espíritus cada vez más arrinconados bajo las actualizaciones robóticas. E insisto en que su mayor virtud es ser muy entretenida, con una ambientación esforzada y Scarlett Johansson demostrando saber llevar la batuta de una película de acción ella solita. Y aunque más que parecerse al anime, a la serie o al manga, los utilice de apoyo para cumplir su propio camino, esta nueva 'Ghost in the Shell' da en el centro de la diana a la que apuntaba. Como admirador de la de 1995, me quedo contento.

6,75/10


miércoles, 5 de abril de 2017

Los cazafantasmas. (Ivan Reitman, 1984)

Voy a romperos el corazón: está mitificada hasta el extremo. Que yo también soy culpable de haberla puesto en un pedestal que tras la reciente revisión se ha tambaleado tan fuerte que ha caído por su propio peso. Hay más imaginería popular y márketing en ella que una historia o unos personajes realmente interesantes, y el humor que destila no es tan bueno como recordaba. Y la culpa no es que sea hija de su época. Es un claro caso de que o yo he madurado, o ella ha envejecido.

Lo primero que acuso es que resulta ser una sucesión de momentos y situaciones con cierta gracia, pero que la mayoría no forman parte del puzzle que se supone que una narración continua debería ser, sino que están metidos solo para completar algo más de hora y media de metraje repleto de ideas dispersas y que no logran solidez. Es una película de amiguetes divirtiéndose con el juguete que tienen entre manos, que no se han leído el manual de instrucciones por lo entusiasmados que están con él y que tienen unas prisas y ganas enormes de disfrutar de él lo antes posible. Y claro, se queda en un simple divertimento inocente que se olvida de ser ingenioso. Aparte de que el tercer acto al que se llega a través de demasiadas curvas se queda en un procedimiento rutinario y resuelto de forma rápida y sin incertidumbre.

Y los actores caen bien, se divierten en el proceso, pero me da por saco notar que Bill Murray vaya de tío guay intentando acaparar la mayor parte de la atención. Y Sigourney Weaver, la puñetera Ripley, la puta ama que se enfrentaba a Alien, queda relegada a un papel de consuelo sexual y damisela en apuros. Ella tiene demasiado carácter y porte para el personaje que se le encomienda. Es más, creo que el único actor de la película que cumple a rajatabla mediante profesionalidad cómica es Rick Moranis, que sabe que su personaje es patético, y lo lleva con perfecta dignidad, sin intentar atribuirse más carga de la que se le encomienda. 


Qué malo es revisionar clásicos que admirabas durante tus años de la infancia y juventud, para luego darte cuenta de que no son para tanto. Es que la caída ha sido tan rotunda que no he conseguido reirme en ningún momento. Hay más nostalgia que calidad cinematográfica en ella. Eso sí, la puñetera banda sonora es pegadiza y no se te quita de la cabeza ni a martillazos. 

5,5/10