miércoles, 13 de abril de 2016

La chica que saltaba a través del tiempo. (Mamoru Hosoda, 2006)

Singular inmersión en los viajes temporales, en la que se atiende más al carácter cotidiano de la protagonista que a la propia fantasía que la acompaña. Y la cosa funciona muy bien tanto en su presentación como en su desarrollo. Tenemos una película de animación japonesa que se aleja de los enclaves místicos o nostálgicos más propios de Ghibli, y que no se embarra con explicaciones que antepongan la importancia de los viajes temporales que ha comenzado a experimentar la joven Makoto a su propio proceso de madurez. Al menos hasta que llega el momento de dar una resolución a los conflictos que se van desarrollando.

La película es bonita en cuanto a que sabe dosificar una historia juvenil que alterna sanos momentos de comedia con otros más melancólicos, con una subtrama romántica liviana, cuya protagonista cambia su mala suerte gracias a un hecho fortuito que quedará apartado hasta los momentos finales del metraje. Todo resulta razonablemente realista y el guion te invita a dejarte llevar, no te embarca en absurdas preguntas ni te genera dudas respecto a los recursos narrativos que usa para contarte en primer lugar el crecimiento personal de la adolescente, y en segundo lugar la responsabilidad en cuanto a cómo usa su nueva habilidad. En ese sentido, es una película limpia de torpezas en la que lo interesante es las diversas formas en que Makoto afronta los problemas de las transiciones representativas de su edad y las nuevas posibilidades que se le presentan debido a su capacidad para regresar a los momentos en que pueda cambiar ciertos hechos. 


Hasta aquí, ningún pero. PERO. Si he insistido en que lo bonito de la película es cómo acomete tanto el primer acto como su nudo es porque algo no me ha terminado de convencer, y es en cómo termina resolviéndolo todo. Llega el momento de las explicaciones y de meter al espectador en momentos emocionales que yo no he sido capaz de administrar. No digo que la explicación que se le da a la ficción del asunto sea fallida, sino que la película no me ha preparado lo suficiente para dar ese salto del relato costumbrista en el que ya me he acomodado a estas alturas a otro de carácter plenamente fabuloso. No me ha dejado suficientes miguitas por el camino para poder agarrarme a él. Por otro lado, están las catársis a las que te quiere llevar, siendo la primera de ellas de una potencia extraordinaria pero que no es suficiente para resolver la maquinaria con la que ha ido jugando desde el primer giro de guion. Lo cual ocasiona un segundo momento de éxtasis al que ya llego agotado. Además, la película invita a la esperanza, por lo que está obligada a dar un cierre acorde a ese carácter tierno, lo cual nos lleva a un tercer momento importante en el cierre, con otro nuevo giro. Son quince o veinte minutos finales con demasiado vaivén y zigzagueo que a mí me han dejado tirado en una cuneta. 


Este tercer acto no derriba la película, que ya tenía una base suficientemente sólida para tenerla en cuenta como una película que merece la pena verse, que sabe dar la cara ante el reto de una narración simple rodeada de elementos complejos. Y la animación es lúcida, con fondos e iluminación muy trabajados. Tiene sus méritos. 

7 / 10


No hay comentarios:

Publicar un comentario