martes, 9 de mayo de 2017

El círculo. (James Ponsoldt, 2017)

Película de narrativa torpe y perezosa donde las haya. Tiene una idea potente con la que no sabe jugar y un elenco al que saca muy poco partido. Desaprovecha oportunidades de contar una historia decente como las grandes marcas de supermercados desaprovechan kilos y kilos de comida no vendida. Y la sensación continua que te deja de malestar o incomodidad tiene que ver más por sus incontroladas exageraciones que por la ejecución de su malogrado ejercicio de tensión.

Mal partimos con una obra que se adentra en el terreno de la distopía si todos los personajes que van apareciendo son altamente estúpidos y obvios. Desde la protagonista, una Emma Watson que empiezo a pensar que no es tan buena actriz como creemos, y que encarna a una muchacha que empieza a formar parte de la "secta" en la que todos sueñan con entrar, hasta Tom Hanks, que está ahí para cobrar el cheque y luce desinteresado, ofreciendo un papel de emprendedor multimillonario de formas agradables con evidentes planes maquiavélicos, Por no hablar de que el personaje de John Boyega aparece para absolutamente nada, excepto para poner cara de escéptico en las escenas clave. Me cuesta mucho creer que según la trama avanza no se profundice en el cuestionamiento ético por parte de nadie, y que cuando llega algún personaje capacitado para hacerlo el guion se olvide de él. En general, la película va dando palos de ciego, tanteando varios temas y reflexiones que según los va tocando, se aleja de ellos, y me deja una sensación de inconformidad enorme. Es como enseñarle a un niño sus regalos de navidad y llevarle después a devolverlos a la tienda.


La película es muy blandita y muy blanca, es fría y distante, no se atreve a emitir juicio contundente por sí misma, y el juicio que deja en manos del espectador está condicionado al no dotarle de variantes y ofrecerle apenas una alternativa. Todo es obvio y repetitivo, es una lección aburrida de ética del mundo moderno, llena de discursos deshumanizados, y se pierde en las formas en que pretende hacer denuncia. Y su intento de exagerar queda truncado cuando pierde racionalidad. No sé hasta qué punto pretende ser sarcástica dibujando la sociedad que presenta como meros esbirros del sistema y ciegos de fe haciendo culto a la compañía que da título a la película, pero desde luego no lo logra. Para terminar de rematar la función, el final es resultado de poco trabajo en el guion, es abrupto, y recurre a repetir en voz alta lo que ya se está viendo en pantalla. Da la sensación de que guionista y director no sabían por dónde tirar, y terminaron el trabajo de cualquier manera, y los de edición y montaje hicieron un rápido corta pega. 


Una película de drama fácil, predecible, que desenvuelve ideas que luego deja tiradas, que se olvida del núcleo de la historia (la vulnerabilidad de nuestra privacidad en pos de los avances informáticos y tecnológicos), y que parece llegar varios años tarde, lanzando un mensaje del que todos somos conscientes ya y del que a estas alturas hemos podido tener reflexiones mucho más interesantes y serias.

4/10


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