miércoles, 22 de junio de 2016

'La materia oscura: Luces del Norte', de Philip Pullman.

Hacía tiempo que no sentía la sensación de laberinto al meterme en una obra fantástica. Este inicio de saga aprieta desde el principio sin pararse un segundo a explicarte su naturaleza o su universo. La historia arranca inmediatamente, dejando que los personajes actúen e interactúen entre ellos en unos territorios y situaciones que difícilmente se hacen comprensibles de primeras. Por lo tanto, estamos ante un libro de fantasía en el que debes entrar y tener paciencia con todo aquello que se va presentando, puesto que las explicaciones de cada interrogante no llegarán hasta que la historia tenga un rumbo definido.

No estamos ante un relato juvenil de fantasía al uso. Primero por el hecho de obviar esos razonamientos de los elementos propios de la ficción, por lo que hacen posesión del escenario sin necesidad de pedir permiso para ello. Simplemente son piezas fundamentales de este mundo, que pertenecen a él, y nuestras dudas respecto a ellos carecen de importancia al principio. Se resolverán cuando sea preciso, y no antes. La obra te está pidiendo ese esfuerzo de aceptarlos tal como llegan. Esto produce cierta conmoción en el lector, al no saber si está pisando sobre tierra firme, y teniendo que valerse de una imaginación de acero al carecer del soporte férreo de la descripción. Juego narrativo que, por cierto, es parte del encanto y la gracia de la novela. Tras esto, la aventura de una niña que tiene un aletiómetro que le desvela secretos puede parecer un cuento infantil. No lo es. El formato, el lenguaje y su contenido permite el acceso al público juvenil, pero ojo, porque la inclusión de física cuántica, poner en tela de juicio la interpretación, uso y fin que hace la religión de la ciencia, cierta violencia en algunos de sus parajes o el ambiente ciberpunk en el que se desenvuelve llevan a 'La Materia Oscura' a un peldaño superior. 

La forma en que se esgrime la historia, reposando dudas sobre el mundo en el que nos adentramos, la filosofía que revolotea durante la aventura y que se impone al final de este primer tomo, preguntas sobre los daimonions (criaturas con forma de animal que acompañan a cada humano como si formaran parte de él), sobre el Polvo, o sobre el papel que juegan los colegios superiores y las instituciones en esta sociedad, conforman una desconcertante e insólita experiencia. 

No he visto la película que se hizo posteriormente, 'La brújula dorada'. Tan solo comentar que me consta que carece de la esencia y magnitud que impuso Philip Pullman, tratando de llegar a un público desinteresado por las curiosidades, ideas e imaginería que ofrece la novela. La película fracasó de lleno. El libro merece mucho la pena, y termina convenciéndote de que debes continuar la lectura de la saga. 

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