jueves, 25 de febrero de 2016

'Ender el xenocida', de Orson Scott Card.

Ender es una de las mejores sagas de ciencia ficción con la que te puedes topar. Aquel intento de película fue un inmenso error que la confundía con un tono cercano al de un Harry Potter galáctico, cuando no tienen nada que ver lo uno con lo otro. No dejo de recomendar su lectura al margen de esa dolorosa experiencia cinematográfica, una de las peores adaptaciones que se podían hacer por no entender ni su historia ni su lenguaje.

Los dos primeros libros de Ender indagan en hipótesis filosóficas y antropológicas a través de las largas reflexiones de sus personajes. En 'La voz de los muertos', un adulto Ender llegaba a la colonia espacial de Lusitania, donde los habitantes siguen la doctrina de la fe católica, y donde se encuentra con una nueva especie inteligente, los cerdis. Aparte de tener que realizar la misión de indagar en la muerte de un humano por parte de los aborígenes y darle una explicación comprendiendo esa extraña sociedad con la que comparten territorio, debe interferir en los asuntos de una problemática familia de científicos, y además averiguar si el hábitat es viable para la supervivencia de la Reina Colmena que lleva consigo desde que cometió el genocidio contra los insectores. En esto le acompaña la inteligencia artificial Jane, la que irá ganando peso en este tercer episodio que nos acontece al decidir cortar comunicaciones con la Flota Interestelar, que les expone a un posible genocidio debido al miedo de que lo que propicia la vida en el planeta pueda aniquilar al resto de la humanidad de la galaxia si se expande.

El discurso dominante en 'Ender el xenocida' es el enfrentamiento entre la ciencia, la metafísica y la religión. Al igual que en los capítulos anteriores, la lectura es ágil e invita a la propia reflexión y expande la mente del lector hasta límites excepcionales con hipótesis y teorías acerca de la propia vida, o más específicamente, qué se puede considerar vida como tal, y el papel que desempeñan en ella no solo los seres humanos, sino el conjunto de los seres vivos de cualquier naturaleza. Para ello se vale de personajes con puntos de vista contrapuestos, teniendo en cuenta no solo sus motivaciones, sino la sociedad en la que se ha criado cada uno y la educación recibida, los traumas que han sufrido cada uno, la empatía o repulsión que puedan sentir unos por otros, el arraigo y desarraigo que tienen en sus clanes, o el conocimiento o ignorancia que tienen hacia el resto de comunidades y de sus intenciones y actitudes. Desde luego, si algo hace a la perfección Scott Card durante toda la saga es ponerte en la piel del otro y hacerte comprender el porqué de sus costumbres, sin perder de vista que nosotros, limitados a nuestra propia especie, no llegamos a compartir. En la ficción este experimento lo lleva a cabo mediante especies alienígenas, pero es perfectamente aplicable a la realidad, con la distancia que puede haber entre unas comunidades y otras por las diferencias culturales.

Aparte, en esta ocasión entra en juego una nueva colonia humana, Sendero, que sigue las costumbres antiguas chinas y su profesión hacia los dioses, en la que las élites están copadas por los agraciados, personas de inteligencia suprema pero sometidos a excesivos castigos por parte de las divinidades. Las supersticiones y la fe ciega se ven interrogadas según avanza su historia, que llegará a su éxtasis cuando se cruza con la de aquellos que viven a cientos de años luz en Lusitania, cuyos destinos dependen de estas personas a quienes la Flota Interestelar ha encomendado la misión de averiguar quién o qué está interfiriendo en sus planes de destrucción de la colonia rebelde. Para colmo de males, una última amenaza a la que se enfrentan es al virus que permite la vida de los cerdis y de toda la vida autóctona del planeta, pero que es inviable a mediano plazo para la supervivencia humana, y que evoluciona a un ritmo mayor del que los científicos son capaces de investigar en una posible adaptación a él. Como mencioné antes, su previsible expansión por la galaxia y la rebelión interna de los bosques lusitanos, provocando conflictos con los colonos, colocan el factor contrarreloj a la historia, en una sucesión de enfrentamientos derivados del temor y el desconocimiento que tienen unos de otros.

Si bien la trama se vuelve compleja y enrevesada de más, y que no logra el efecto satisfactorio que sí dejaban los anteriores libros, 'Ender el xenocida' sigue siendo un disfrute literario y una gozada para la imaginación. El giro final es propicio para complicar aún más la ya tensa y difícil situación de los personajes, quienes la mayoría han ganado peso a costa de un Ender cada vez más encerrado en sí mismo. Pero eso sí, ahora toca un reposo antes de seguir con 'Hijos de la mente', la cuarta parte de la odisea de aquel niño entrenado para las guerra insectoras.

4 comentarios:

  1. La película me gustó bastante personalmente, la ví por ese acercamiento adolescente, pero me quedé por la historia. Después decidí leer el libro y no hay ni comparación, al final terminé adorando el libro y odiando la película. No sabía si el resto de libros me iban a gustar, pero después de leer esto creo que será un acierto leerlos, buen post!

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    1. Es que la película no es mala por ser mala película, sino por olvidarse por completo de lo que realmente cuenta el libro y desaprovechar tan buen material.

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  2. Hola! Yo quiero empezar a leer clásicos de ciencia ficción y creo que empezaré por este.
    Me gusta tu blog, asi que ya tienes una nueva seguidora :)

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  3. gracias por el comentario!

    Si no estás metida en el género, El juego de Ender es un buen libro para empezar, y luego por supuesto continuar la saga.

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