Si la primera parte de esta trilogía me resultó soporífera y con un ambiente eterno de anticlímax, y la secuela 'Ángeles y demonios' remontaba el vuelo gracias en gran parte a un mejor ritmo y a centrarse en el puzzle general en vez de en sus piezas, esta tercera parte de las hazañas de Robert Langdon mezcla lo peor de las dos anteriores: tramposa con descaro, predecible, y un tempo descontrolado y sin manos firmes al timón.
Por ser suave, la película carece totalmente de ganas. La gente involucrada en ella, tanto en el plano técnico como artístico, funcionan de manera mecánica y por inercia, se les nota ansiosos por hacer rápido el trabajo y ponerse a cosas más interesantes. Dos ejemplos: Tom Hanks se tira toda la película con una cara que pretende fingir un pensamiento constante de "qué demonios hago aquí metido"; y la banda sonora de Hans Zimmer, que parece delegar funciones en su becario porque aquí no hay nada nuevo que aportar ya. La trama ni se molesta en dotar de misterio al asunto más puramente detectivesco y usa patrones propios de TV Movie para moverse en el plano de la intriga. En serio, qué poquito esfuerzo hay metido en ella, todo va a remolque.
Y que después de dos películas todo se vea tan rutinario, tan perezoso y con tan pocas ideas nuevas, da para pensar que esta franquicia no tiene ya por dónde ir. Se ampara en incongruencias, en exageraciones, se sabe desde el primer momento por dónde van a ir los tiros, y ni siquiera sabe sacar provecho de las localizaciones. Es que ni siquiera deja entrever algo de estilo de un director que a priori tiene nombre suficiente para considerarle artesano en esto del séptimo arte. Parece un recién llegado de la escuela al que le han dado un encargo con el que meter el pie en la industria mientras su cabeza está en otros proyectos.
Giros sin sorpresa y narrativa arrastrada y desganada. Eso en una aventura de misterio es meterse un tiro en el pie antes de comenzar una carrera. La fuente de la que parte, la literatura de Dan Brown, pecará de las mismas trampas, pero al menos sabe mantener la atención del público. En cambio, Ron Howard lo que ha hecho con esta película es invitarte amablemente a que te eches la siesta.
3/10
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