Se ha ganado estar entre mis películas de animación favoritas, y la verdad es que me va a ser muy complicado resumir en unos párrafos el por qué. Tiene tantos detalles y sutilezas, tanta trama y fastuosa imaginación para contar y estructurar una historia de vínculo afectivo, y me resulta tan nueva, tan delicada y sencilla, y a la vez tan poderosa y compleja que no sé por dónde empezar a hablar de ella. Lo que tengo claro es que me ha encantado.
Partamos de la base de la historia: dos adolescentes que empiezan a no recordar cosas recientes que han hecho, que por su lejanía geográfica e incluso en muchos detalles lejanía cultural no podrían conocerse, y que empiezan a darse cuenta de que están construyendo el vínculo más estrecho posible que se pueda dar entre dos personas al empezar a intercambiar y a controlar los cuerpos y vidas el uno del otro. La historia parte de elementos fantásticos que no necesitan de lógica ni de explicación, simplemente funcionan y dan por inteligente al público para que sea capaz de asimilar esa condición por sí solo. En ella hay una evidente inspiración y presencia del mito sobre el hilo rojo que conecta a las personas que deben estar juntas. La interacción entre los personajes también tiene una evolución que cuadra de manera mágica, ambos conectan el uno con el otro cada vez que entran en el cuerpo del otro, se ponen sus reglas, se exploran, se disfrutan el uno al otro, incluso se cuidan. Un arco que va creciendo casi sin que te des cuenta, porque cuando te quieres percatar de lo que está sucediendo entre ellos, ya ha ocurrido. Ni siquiera te da tiempo a asimilar que según van siendo anfitriones corpóreos el uno del otro a la vez se están enamorando de una de las formas más puras y bellas que se puedan dar. Además, la película no solo trata sobre ese hilo afectivo hacia una persona, sino que se imbuye también los hilos que nos unen con un lugar y con lo que ese sitio pueda significar para nosotros. Es una relación en la que esa pareja protagonista están juntos sin poder estar juntos. No se enamoran de estar con esa persona, sino de lo que es esa persona, de sus vidas.
El humor, el despliegue de emociones verosímiles y tratados con inteligencia y la empatía con esos personajes copan importancia para que el motor no se pare. La forma de estructurar la película también dota de interés al asunto, puesto que la línea temporal en la que se mueven pasa a un primer plano a mitad de la película, y "el tiempo" pasa a ser un elemento clave para alterar los planes y enfrentarles a un tercer acto precioso y que da sentido al título 'Your name'. No hay que olvidar que no sería lo mismo sin la brutal, clarísima y bellísima animación, tanto en los personajes, los paisajes y entornos, la iluminación y los detalles, que hace conjunción con una banda sonora muy elegante. Todo teniendo en cuenta que tenemos ante nosotros un ejercicio maestro de la ficción al servicio de la historia, y no al revés.
Y bueno, qué cojones, que es una película que tiene la osadía de ser bonita, que pretende llegar al espectador a través de lo que cuenta y no de lo que enseña, que usa las mecánicas de la ficción a su favor para construir algo real a partir de una fantasía que ni se preocupa por atender en profundidad. Y que a la hora de ponerse efectista no quiere engañar a nadie y se mantiene honesta en su propuesta, algo que desbarataba y restaba puntos por ejemplo a 'La chica que saltaba a través del tiempo'. La forma de tratar ese vínculo invisible, sin límites, en el que la comprensión hacia el otro y hacia su punto de vista es una regla principal, y que más bien parece una invitación a compartir experiencias, es una acto de sinceridad y generosidad enorme.
Como cualquier buena historia de romance, tiene su parte agridulce, esa parte en la que se intenta poner nombre a lo que se está sintiendo, en la que se trata de dar explicación a lo que se está viviendo, y en la que entran ciertos conflictos que ayudan a dar peso al conjunto. Pero que en todo momento resulta agradable y emocionante. 'Your name' es una experiencia arrebatadora de la que podría tirarme hablando durante otros seis párrafos. No sé si Makoto Shinkai está a la atura de Miyazaki, pero desde luego comparte con él perfeccionismo, la inmersión corrediza y sin que te des cuenta en su historia, la forma maravillada de observar el mundo, o la literatura de sus formas. Es una gozada de la que me quedo sin calificativos.
10/10
Excelente película, es una experiencia, no otra pelicula mas. Creo que llore o hubiera querido hacerlo. Es hermosa en todos los aspectos. La he visto una sola haces, pero se ha quedado conmigo.
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