jueves, 15 de diciembre de 2016

Animales nocturnos. (Tom Ford, 2016)

Con un pregenérico cargado de intención a través de ofrecer imágenes bellas a través de lo culturalmente aberrante, la película comienza a definirse como un enfrentamiento entre la realidad y la ficción que hay en el arte. Y según avance, iremos desentrañando tres historias: la de la propia película (el personaje de Amy Adams enfrentándose a la novela que le ha escrito su ex pareja), la historia ficticia dentro de la primera ficción (la de la novela), y el pasado del personaje de Amy Adams junto con el de Jake Gyllenhaal. Impoluto el ejercicio de guion, unas interpretaciones que ofrecen mucho más con sus silencios y con lo que callan que con lo que nos muestran en pantalla, y una dirección sacada desde las tripas. Formalmente meticulosa e inquietante.

Hasta ahí todo parece indicar que estamos ante una obra grande, pero no dejo de desviar la atención hacia la desbordante pretenciosidad que te acuchilla las vísceras desde el principio, aparte que la reflexión que he hecho con ella no es demasiado amable. A mí me ha supuesto un problema, porque toda la concienzuda ornamentación narrativa y técnica que caracteriza al conjunto se resquebraja por un problema que tiene que ver primero con que la historia principal queda por debajo de la metaficción, y segundo, por cómo se complementan. Nos encontramos con una historia en la que un hombre despechado quiere vengarse de su ex pareja, y no me ofrece un gancho emocional que tenga suficiente peso para querer llevarle la razón. Lo que cuenta el libro que ella lee es el interior del personaje de Jake Gyllenhaal, aparte de un arrebato de orgullo artístico propio, y por supuesto, termina siendo la perspectiva de ese personaje de la historia principal que permanece ausente No me ofrece garantías de que que ese personaje no termine siendo simplemente un llorica dolido, y sinceramente, creo que eso es lo que realmente es.


Porque ojo, la película está haciendo un ejercicio peligroso, y es el que a mí me deja definitivamente fuera de juego. En el pasado narrativo y que se nos ofrece a través de flashbacks, el personaje de Amy Adams abandona a su marido y se practica un aborto. En la metaficción, aparecen una panda de violadores y asesinos que destrozan la vida del personaje con el que se identifica el autor de la novela, o sea, el ex marido de Amy Adams en la historia principal. ¿A qué conclusión nos lleva esto? A que la película está comparando al personaje de Amy Adams con un grupo de violadores y asesinos, y que en ambas historias la víctima es el personaje de Jake Gyllenhaal. 


Por otra parte, el personaje de Amy Adams, aparte de la interpretación de Oscar, es una crítica mordaz hacia la clase burguesa encerrada en sí misma, constantemente insatisfecha, incapaz de aferrarse a lo que quiere por, excusad la redundancia, ser incapaz de renunciar a las comodidad de su clase social para ser feliz con la persona a la que ama. Incluso si analizamos la película desde una nueva perspectiva atendiendo a ciertos momentos y conversaciones que ella tiene, podríamos llegar a pensar que nunca hubo un ex, que el personaje de Jake Gyllenhaal solo está en su interior o en sus anhelos más profundos. 


Entonces, la película pasa a o bien transformase en la senda de la culpa que el personaje de Amy Adams siente hacia sí misma, o bien una revancha que nace del rencor del personaje de Jake Gyllenhaal. Simplificando, o ella es una hipócrita, o él es un falso mártir. ¿Que eso es malo para el relato que se nos plantea? No, en absoluto, y según cómo leas la película puede que esa sea la impostura a la que te arrastra. ¿Que funciona conmigo? No. Percibo demasiados sentimientos huecos y falsa vulnerabilidad. Y finalmente, me pongo a pensar en 'Stoker' y definitivamente percibo esta película como una falsa profeta. 

6,5/10


No hay comentarios:

Publicar un comentario