jueves, 1 de diciembre de 2016

La llegada. (Denis Villeneuve, 2016)

Lo dejo bastante claro desde ya: la película es un diez. 'Arrival' llega para convertirse en referente junto con 'Interstellar'. Supone un salto de calidad dentro del panorama de la ciencia ficción siendo consciente de que la importancia de la historia no radica en la propia visita alienígena, sino en la aprehensión que le supondría al ser humano un hecho de tal dimensión tanto colectiva como individualmente. Y no solo se apoya en un excelente y reflexivo argumentario antropológico y pedagógico, sino que destaca, con todos los departamentos involucrados muy equilibrados y en consonancia unos con otros, a nivel fotográfico, narrativo, sonoro e interpretativo. 

A todo lo anterior hay que sumarle el atrevimiento por enfocar la historia a través de los ojos del personaje de Amy Adams, quien se luce con diligencia y sencillez, en vez de apostar por atender primero el acontecimiento que sirve como pretexto. En este apartado, Jeremy Renner y Forest Whitaker realizan un trabajo imprescindible como soportes. El guion atina al conducir una trama de trascendencia global mediante un relato personal, lo que nos acerca a un terreno íntimo y objetivo inexorablemente. Somos guiados a través de la mirada curiosa de nuestra protagonista, con incertidumbre, miedo, pero con esperanza y con los pies siempre en la tierra. En esta ocasión no nos guiamos a través de un militar o un intrépido científico de la NASA, sino que hay más agallas que bravuconadas recorriendo el camino del lado de una institutriz de la lingüística enfrentándose a su propia vida. La urgencia de la trama es la necesidad de comunicarnos con seres de otro mundo, y recalca perfectamente tanto los límites y la condición humana, como las diferencias en cuanto a la percepción de la realidad, del entorno y de los conceptos para una sociedad y otra. El principal choque al que asistimos es al de la prudencia y el deseo de empatización individual frente a la impulsividad colectiva y el rechazo a lo desconocido. Es una lucha del ser humano consigo mismo, la lucha entre su capacidad de construir y su capacidad de destruir. La película subraya esas diferencias para afrontar el hilo narrativo como una experiencia en la que tenemos que entendernos unos con otros. Pocas veces una película de ciencia ficción es capaz de conjugar tanto respeto por el método empírico de la ciencia con una sensibilidad y humanidad tan palpables.


La película es compleja, pero no difícil de entender ni pesada para seguir su ritmo reposado. No es una película accesible para todos los públicos, se le exige al espectador cierto grado de compromiso y paciencia, y hay que atender a los muchos matices que la dibujan. Sensacional a forma de utilizar el sonido, la banda sonora como herramienta descriptiva de los sentimientos de la protagonista durante el primer acercamiento es fundamental, o el ruido de los aviones y cazas surcando los cielos off screen al comienzo de la película avivando la súbita conmoción a la que está expuesta. Destacable el genial uso de la paleta de colores en la que mediante tonos grises, fríos e inquietantes irá dotando de calidez y candidez a las escenas. También hay que señalar la estupenda fotografía, la inmensa nave rodeada de las colinas surcadas por cortinas de nubes acentúa el contenido personal dentro de un marco geopolítico sin parangones, o el tono opresivo en algunas de sus escenas que nos lleva a pensar en la imposibilidad de llevar a buen puerto la relación entre civilizaciones. Y finalmente la disposición del montaje, cuándo y cómo se nos muestran ciertos flashes que le llegan a la memoria a la protagonista para ir trabajando sutilmente el impresionante giro final, que resulta ser una de las ideas más fascinantes que se han podido aportar al género en el contexto audiovisual. 


Denis Villeneuve, si no lo estaba ya, queda consagrado como uno de los realizadores contemporáneos con más proyección y capacidad. Amy Adams es carne de Oscar. La película no solo recoge el testigo de películas recientes como 'Interstellar' o 'Moon', o el molde de 'Encuentros en la tercera fase', también bebe de fuentes literarias que indagan en el choque de culturas, como la saga de Ender (nada que ver con su cobarde y desconectada versión cinematográfica). Es una película que invita al descubrimiento interno mirando fuera de nosotros. Necesaria, maravillosa, sutil e inteligente, no tardará en hacerse un hueco en la memoria cinematográfica.

10/10



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