Lo que más se agradece de este primer spin off de la saga, igual que se apreciaba en el Episodio VII, es el cariño y el conocimiento que demuestran quienes han trabajado en él por el mundo que están tratando. Luego ya aparte viene todo lo demás: conocer más de cerca la Alianza Rebelde, notar por primera vez en ocho películas que los personajes están en medio de una verdadera guerra (con la crueldad, la pérdida y los sacrificios que ella conlleva) o saber cómo se expande el Imperio cuando no está persiguiendo o luchando contra Jedis.
Repite dos aciertos del Episodio VII: el humor, elemento básico para empatizar y humanizar, y dotar de un pasado del que guardar nostalgia a los personajes. Aunque no conozcamos ese pasado, notaremos esa carga sobre sus hombros. La épica es importante también, no por la espectacularidad de las batallas, sino por cómo las afrontan a un todo o nada, marcando una línea frente al enemigo que dice claramente "hasta aquí hemos llegado". Y si BB-8 se desmarcaba como el gran descubrimiento de esta nueva era (aparte de Rey, claro), ahora conocemos a K-2SO, sin filtro ni sutileza para anunciar en voz alta toda información que considera relevante en situaciones peliagudas. El conjunto de la nueva tropa tiene química y camaradería, aunque por ser un poco quisquilloso, echo en falta a alguna mujer más en el grupo aparte de la protagonista Jyn Erso. Aprecio, eso sí, que no se incluya trama romántica que desvíe la atención.
Los homenajes, detallitos y referencias a la saga son menos nostálgicos que en el Episodio VII, más sutiles y quizá más disfrutables. Todo girando en torno a un elemento que conocíamos de sobra y que ahora no es simplemente el arma del enemigo, sino que es indiscutiblemente el principal y letal villano: la Estrella de la Muerte. Aquí no puedo dejar de mencionar los cinco minutos en pantalla de Darth Vader, que le describen mejor que tres precuelas enteras dedicadas a sus orígenes. Su escena catártica hará estremecerse y babear al más escéptico y puritano de los fans, y de los no tan fans. Y el tercer acto es pura delicia, una de las batallas, sino la mejor, más importantes, desoladoras y enérgicas de la saga.
Una película que vale mucho la pena en el rumbo que ha tomado la franquicia, que satisface plenamente, adulta, convincente, apasionada y auténtica sin separarse un ápice del universo al que pertenece.
8/10
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