Disney, la que en otros tiempos estereotipaba los roles de género colocando princesas necesitadas de varón para poder estar completas, es una de las productoras que actualmente está más al tanto de las exigencias de un público más abierto y en busca de la ponderación de grupos sociales que siempre han sido excluídos. Desde 'Tiana y el sapo' esa labor se quedaba a medias, y su intencionalidad se veía siempre agazapada en cuanto aparecía el aparentemente necesario dilema amoroso y romántico para dar sentido a la existencia de sus protagonistas. 'Vaiana' logra regatear el conflicto de una manera más natural y menos violenta de lo que pudo intentarlo 'Frozen' o 'Brave'.
Parece que no era tan difícil dar protagonismo a una chica y dotarle de una aventura potente en la que ella fuera capaz por sí misma de enfrentarse a los peligros que le aguardan. ¿Cómo? Como se ha hecho toda la vida con el rol masculino y que la industria cinematográfica parece que está empezando a comprender: primero, dotas a tu protagonista de un objetivo, y segundo, ese objetivo no lleva consigo necesidad romántica. Ya está. Lo que en 'Mulan' o 'La Sirenita' se quedaba en buenas intenciones, aquí se plasma con naturalidad. Aunque Vaiana necesite de la ayuda de Maui para completar su misión, es ella la que toma decisiones y arriesga.
Más allá de pedir perdón por 80 años de princesas incompletas sin un pene al lado, de la emancipación y reivindicación femenina, o de que sean la abuela quien anime a la protagonista a sumergirse en la aventura y la madre quien decida no inmiscuirse en sus intenciones mientras el padre se opone, la película se transforma en una magnífica odisea, divertida, con un apartado musical de los que permanecen en la memoria, y con una belleza visual que merece la pena contemplar en una pantalla grande. El esqueleto de la historia es sello Disney, no cabe duda, mucho más marcado que en las recientes producciones, hay secundarios memorables, y el recorrido de la heroína le impondrá importantes aprendizajes, los cuales tienen que ver sobre sí misma y sus capacidades en vez de sobre un modelo de conducta a seguir. Eso también dota de frescura a este nuevo clásico, el no elevarse en un púlpito para ofrecer al público moralina cómoda y dócil. Como ya he dicho, Disney, una productora a la que siempre se le ha atribuido esa perversión en cuanto a sus moralejas, es una de las compañías que más cercanas al nuevo público se está mostrando.
Algo también positivo es que ningún personaje pasará desapercibido por pantalla. Aunque sus apariciones sean circunstanciales, esos minutos de protagonismo quedarán en la memoria. Especial mención al cangrejo gigante Tamatoa y su número musical, que son una delicia, o la escena de los piratas Kakamora. El sinvergüenza de Maui es uno de esos secundarios que pasarán a la historia de la animación, a la altura del Genio de 'Aladdin' o Mushu de 'Mulan'. La implicación del propio océano impulsando el descaro de la chica también es importante. Por cierto, la narración tampoco necesita de un vistoso y maquiavélico villano para ser épica y congeniar con la hazaña de Vaiana.
No es una historia que vaya a sorprender a nadie, pero tiene sentido de la maravilla, la dirección artística es destacable, y un aroma "born to be wild" apreciable.
8/10
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