lunes, 24 de abril de 2017

Power Rangers. (Dean Israelite, 2017)

En una palabra: maravillosa. Bueno, todo lo maravillosa que puede ser procediendo de donde procede y siendo un producto concebido para entretener, cero pretencioso, y que juega sus cartas con más ganas de divertirse que de ganar la partida. Pero dentro de su aroma bobalicón bastante adorable, es inteligente y se esfuerza por elevar la historia a sus personajes hasta donde se dejan llevar.

El principal argumento para poder defenderla es que el director Dean Israelite y el guionista John Gatins tienen en cuenta dos factores: por un lado la serie de los 90, sus límites, su simplicidad, y por otro lado los tiempos que corren de superhéroes cada vez más complejos, espectaculares y coherentes con sus propios universos. La combinación sale muy bien tomando de cada factor lo necesario, y combinando la ingenuidad de uno con la imperiosidad de convertir la historia en algo que los que ya no tienen 6 años sino veintitantos puedan disfrutar y digerir sin tener que sentir vergüenza por ello. Y la verdad, te lo pasas bomba con ella. Porque está bien construida, es lógica, hace un enorme esfuerzo por tener alma sin apartarse de su esquema simplón, y logra un resultado sorprendentemente digno. 


Dentro de ese ejercicio de autoconsciencia, es un acierto apostar por actores no conocidos, ya que ninguno de los personajes levanta la película por sí solo, pero en conjunto encajan como un puzzle y funcionan como un reloj suizo. Teniendo cada uno definición y forma de proceder bien delimitadas y distinguibles (no temáis, que aquí la cosa se esmera mucho más que en distinguirlos simplemente con el recurso del color del Ranger que es cada uno), los cinco protagonistas evolucionan, se compenetran y tienen sintonía entre ellos. Y el director sabe desmenuzar la pieza original para desechar todo lo que hoy no podría funcionar: las metamorfosis individuales, las cabriolas y peleas con postureo en cada movimiento, el reloj comunicador y gadgets del estilo, los rayos de teletransporte, el ser personajes blancos e inmaculados (los Rangers de antaño eran adolescentes modélicos, mientras que esta película comienza con Jason y un colega de pillerías haciéndole una paja a lo que creen que es una vaca pero que resulta que eso no es una ubre, sino una poll...), las frases lapidarias de serie B,... Todo eso está descartado, y se sustituye por elementos más digeribles, por un humor muy agradecido, y por una acción concentrada en el tercer acto que llega justo cuando tiene que llegar y que lo convierte en un momento delicioso y muy nostálgico (con el "Go, go, Power Rangers incluído" y quedando como dios, ojo a eso). Por cierto, Rita Repulsa es una de las villanas más eficaces que ha dado este tipo de cine últimamente, y aunque su trasfondo no esté explicado, sí que da la sensación de que su mala leche y su maldad están infundadas. 


En fin, es una película que da todo lo que puede dar sin traicionar el espíritu de la serie, que nuestro niño que creció en los 90 adoraría a su veintipico, que gustará a quienes pertenecen a generaciones posteriores y no crecieron con ello, que tiene bullying, zoofilia, gore light (pero gore al fin y al cabo), toca el tema de la homosexualidad sin tener que explicarse por ello ni que ponerse medallita por ello, que incluso se atreve a meter un personaje que envía las fotos porno que le enviaba su ex a otras personas para hacerle daño, que tiene un toque gamberro,... Os recuerdo que estamos hablando de los Power Rangers, y todo lo anterior habría sido inimaginable en aquella serie. Pues en la película está todo eso, y queda que te cagas. Dadme secuelas 5 más, por favor.

6,25/10


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