martes, 4 de octubre de 2016

Los siete magníficos. (Antoine Fuqua, 2016)

Esta revisión del clásico, el cual no olvidemos que es a su vez un remake de 'Los siete samuráis' (la pureza en el cine se extinguió antes incluso de que llegara el sonoro), podría pasar fácilmente por un divertimento peculiarmente disfrutable ya que procura dejar constancia de que está homenajeando a la original, pero no por ello se desmarca de su principal propósito que es fabricar un aparato más ruidoso, más gordo y desde luego menos delicado. Y claro, tratar de coger una pieza cuyo principal atractivo era la dosis de acción calibrada con unos héroes cuyas pretensiones eran ciertamente modestas que casi rozaban el altruismo para sustituirlo por lo que finalmente resulta ser una historia de venganza personal contra un capitalista capaz de convocar ejércitos por doquier se puede ir de las manos fácilmente. 

La película funciona bien durante la convocatoria de los siete personajes que se disponen a librar al pueblo acosado por el dichoso canalla, antagonista muy trillado que desde su puesta en escena queda encorsetado a caer mal por la técnica del "hago cosas chungas porque puedo", muy obvio e identificable en un momento histórico en que tenemos puesta la mirada en un tipo como Donald Trump. Las escenas de acción, que aparte del carismático reparto son lo que más llama la atención, terminan agotando y resultando un exceso de plomo y explosiones gratuitas que harían las delicias del mismísimo Michael Bay si le privaran de poder nuclear en sus películas. Entonces, el resultado que yo veo es un western que sacrifica la causa de todos sus personajes para meterse de lleno en el fragor del asunto, que se apoya en unos atractivos personajes que abarcan al máximo su reducida capacidad de evolución y cuyos conflictos internos estallan en algún momento, algo muy diferente a la sutileza de la obra de 1960. A esta ensalada hay que sumarle una banda sonora que acapara excesivo protagonismo para tapar los huecos narrativos que va dejando la imagen. 


Otra de las tosquedades es lo que voy a denominar "perdón por un género en el que durante su época dorada todo aquel personaje que no era un hombre blanco pasaba a ser estúpidamente manso". Hemos colocado a un protagonista negro (por cierto, me gusta más la rudeza de Denzel Washington que la chulería de Yul Brynner), metemos a un chino, un mexicano y a un indio en el grupo, y ya de paso resaltamos cierto protagonismo de la mujer independiente y no interesada en penes que les contrata. Todo esto lo hacía con mucha más elegancia, personalidad y capacidad para la complacencia Tarantino en 'Django Unchained'.


No puedo decir que la película me disguste porque la cabra tira al monte y acabo disfrutando de ella. Su jovial y escandaloso metraje me hacen pasar un rato divertido, pero ni mucho menos me hace pensar en una digna reivindicación de lo que ya había. Lo de magnífico se queda en el título.

6/10


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