martes, 18 de octubre de 2016

El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares. (Tim Burton, 2016)

Tim Burton se esfuerza en imitarse a sí mismo y en evocar a un pretérito mucho más fructífero de lo que ahora es capaz de ofrecer. Su esencia está presente, pero desaprovechada. Un tío que en sus mejores películas era capaz de proyectar ideas muy bastas y amplias con la mera utilización de imágenes barrocas en contextos y ambientes dispares y combinarlas con un tono de humor ácido y sarcástico, ahora apenas tiene la facultad de evocar imágenes e ilusionario atractivos pero vacíos de contenido, incapaces de transmitir algo más que la sensación de estar contemplando cuadros ornamentales de venta en bazares y mercadillos.

El director acude a sus inquietudes de siempre para plasmarlas de manera más torpe y desganada que en anteriores ocasiones. El desinterés paternal hacia la educación y felicidad de los hijos está plasmado de manera fortuita, se queda en terreno inexplorado y no llega ni siquiera al nivel de burla o recurso cómico. El protagonista solitario apenas despierta simpatía en el espectador, pese a contar con Asa Butterfield para tal empeño, uno de los actores con más proyección de su generación. La colección de monstruitos está desaprovechada, se limita a mostrar las habilidades de cada uno pero no a explorar en tales capacidades. Lo más aberrante es el papel de la propia Miss Peregrine, una hipnótica Eva Green cuya presencia se agradece, idea que parece no compartir Burton, que deja dos tercios del film sin su aparición, dejando un hueco importante durante el tercer acto. Y Samuel L. Jackson como villano apenas inquieta.


Otras señas de identidad del director como la melancolía, la parodia o su poesía gótica quedan muy deslucidas y atenuadas bajo personajes que se limitan a realizar una función muy obvia y que no se despegan del papel en el que fueron confeccionados, ninguno logra transmitir más allá de su concepto.  


Tampoco voy a tirar por tierra la película, ya que sin duda deja pasar un rato entretenido. Pero si escribo esta reseña una semana después de su visionado era para comprobar lo olvidable que podía llegar a resultar. Y en efecto, su caducidad es casi inmediata. Lo mejor que se puede decir de ella es que Burton se desmarca de la vergüenza ajena que le llevaba persiguiendo desde hacía algún tiempo, y ahora al menos logra mantener el nivel de dignidad. Aunque aquel autor de obras como "Ed Wood", "Eduardo Manostijeras" o "Sleepy Hollow" haya desaparecido.

5,75/10


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