martes, 23 de febrero de 2016

El Ministerio del Tiempo. Primera temporada.

Pocas veces ha ocurrido un milagro de tal calibre en la televisión española como el que ha obrado esta serie. Con el lastre de pasarse sus tres meses de emisión amenazada con la cancelación por un supuesto share que no colmaba las expectativas depositadas en ella por parte de TVE, fue la propia audiencia la que a través de las redes sociales clamó masivamente por su continuación. Y es que pocas ficciones han logrado colocar entre los temas candentes del momentos a personajes tan distantes en la historia como Velázquez, Torquemada, Isabel II, Lope de Vega, Lorca o a los propios Leño. Esto no solo convierte a esta serie en un descubrimiento diferente al que nos acostumbra el audiovisual patrio, sino en algo necesario por atreverse a dar ese paso de calidad en las historias que cuenta, exponiendo la riqueza cultural que posee España sin recurrir a la didáctica, consciente de sí misma como entretenimiento puro y duro, con dos armas principales bien combinadas y esgrimidas: el humor y la intriga.

Por una vez podemos disfrutar de una serie hecha aquí que es ficción pura, y por lo tanto, como buena mentira, en sus entrañas está contándonos la verdad. Es injusto reducirla a una comparación con 'Doctor Who', porque aparte del McGuffin del que parten ambas o de sus excelentes guiones, poco tienen que ver. A través de los viajes al pasado, el perfecto trío protagonista nos transporta a 8 primeras aventuras con una ambientación impresionante, costumbristas, solemnes, más sencillas que simples, pero insólitas y con una pulcritud en toda su producción impecable. Tiene el mejor inicio posible, que no hace más que crecer durante estos primeros episodios hasta alcanzar ese colofón final con la trama de Leiva y el antológico episodio en la Residencia de Estudiantes. Cabe destacar el casting, que apuesta por gente experimentada y con tablas (qué bien sienta escuchar a actores que saben hablar de forma natural delante de una cámara, coño. A ver si empezamos a advertir que un sonido impecable es tan o más importante que la imagen para lograr un producto decente). Aparte de Rodolfo Sancho, Aura Garrido y Nacho Fresneda (grande Alonso de Entrerríos), los secundarios, muchos de ellos interpretados por acostumbrados actores de doblaje, encajan y hacen química entre ellos. Pocas series cuidan tan bien a sus personajes episódicos, subrayando el papel de Ángel Ruiz como Federico García Lorca.


Emociona la pasión por un trabajo bien hecho, lo bonito que es ver el contínuo esmero técnico, y el perfeccionamiento tanto del montaje como de la postproducción. Su formato de 70 minutos por episodio está muy bien aprovechado, no cuela ni escenas de más para rellenarlo, ni se queda corto. De hecho, se pasan volados. Como ya apunté antes, la serie ha tenido que cargar con la cruz de ver peligrar su continuidad, por lo que se ve obligada a cerrar casi todas las tramas de manera un tanto apresurada, cayendo en un Deus ex Machina que podría haberse evitado con la tranquilidad de quien tiene asegurado su futuro. Pero incluso esta jugada le sale bien, aparte de ser un notable gesto de respeto hacia su audiencia al asegurarse de no dejarla tirada en caso de su ya desechada cancelación.


En definitiva, dentro de un panorama acostumbrado a las parodias facilonas o a los dramas de intensidad sobreexcitada, 'El Ministerio del Tiempo' es una serie sin complejo alguno, que sabe ironizar y sacar chascarrillos sin tener que pedir perdón por adelantado, que incorpora temáticas como el papel de la mujer en la sociedad a través del tiempo o la homosexualidad con naturalidad, firmeza y sin ningún pudor, que resulta mágica, como toda ficción de aventuras tiene que ser, y que hace funcionar su fantasía dentro de la ubicuidad de lo real sin empeñarse en demostrar la verosimilitud del cuento, porque es algo que ni lo necesita ni nos importa.  Hay que abrazar y mimar esta serie como Velázquez contempla a Picasso. ¿Que no tiene sentido? Vedla y se lo sacaréis.


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