jueves, 5 de octubre de 2017

Detroit. (Kathryn Bigelow, 2017)

Imprescindible relato acerca del odio y la violencia visceral, narrado desde un plano físico y sin medias tintas, con pulso y nervio, y que juzga con severidad los acontecimientos, las decisiones de los personajes y su posterior lavado de cara. Cuenta con el empujón de que el mundo actual no se diferencia, ni mucho menos, de la forma de pensar y actuar que se nos presentan. Las guerras callejeras y los guetos siguen siendo, aunque nos distanciemos de ellos, tendencia.

Y es Kathryn Bigelow quien viene a quitarnos esa venda de los ojos. Nos relata lo acontecido durante unos disturbios raciales a finales de los 60, pero volvamos la mirada a cualquier informativo actual. Esa migraña, esa sinrazón, sigue presente en las sociedades occidentales, los confrontamientos por motivos de odio, de raza o de margindad siguen presentes. Y la directora viene a señalar esto en su película, a mi parecer, más redonda, menos aparatosa y más depurada, cuyo significado o ensañamiento no se ven enturbiados por la magnificencia o la reiteración, como le ocurría en 'The hurt locker'. Y su capacidad para filmar la tensión sigue siendo impecable. En esta ocasión se centra en un momento concreto que pueda servirle de marco y reflejo de un contexto, se va a lo mínimo para exponer lo que ocurre en un campo más amplio, lo que permite, con un posicionamiento hacia las víctimas muy claro, conocer perfectamente a los bandos enfrentados.


Que las secuencias centrales de la película se esfuercen en estar focalizadas en los personajes y sus actos, en tenerlos casi cara a cara con nosotros mismos, es un acierto para poder entender la enajenación de unos y la aprensión de otros. A destacar las labores interpretativas de dos jóvenes promesas como son John Boyega y Will Poulter, uno haciendo las veces de ingenuo mediador entre los bandos, y otro como desmedido, encendido y cruel agente de policía. 


Es un cine con agallas, valiente, cuya denuncia resulta muy oportuna y que no pretende ensalzar ningún sentimiento patriótico, algo que me echa bastante para atrás en el cine de Bigelow, sino que va directa a cuestionar la agresividad permitida por el sistema, la rabia y la impunidad con la que se puede actuar en nombre del orden y la ley

7,75/10



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