sábado, 16 de enero de 2016

Joy. (David O. Russell, 2015)

El director de 'El lado bueno de las cosas' dedica por completo a Jennifer Lawrence un melodrama fiel a sí mismo: ritmo imparable, humor hábil, y un elenco con una contagiosa química ya demostrada anteriormente. Quizá no tan fresca como otras obras de su filmografía, Russell intenta magnificar con más éxito que desatino las desventuras de una mujer que se no se rinde en su empeño por lograr el sueño americano, que recibe golpes por todas partes y tendrá que luchar contra la canibalización de su éxito que pretenden hacer quienes le rodean.
Si bien la trama no supera el pretexto que cualquier culebrón podría ofrecernos, la narración tiene suficiente vigor y carácter como para que resulte interesante. Además, creo que es la primera vez que Jennifer Lawrence consigue levantar por sí sola toda la película. En sus anteriores papeles destacables, había un enorme peso del resto del reparto o de la propia historia. No es el caso de 'Joy', que si bien concede a Robert de Niro y a Bradley Cooper algunos momentos lúcidos, es en ella sobre quien recae todo el peso. En esta ocasión, no necesita gritar o sobreescenificar ciertos momentos para dotar de dimensión a su personaje. Como en cierta escena de la película se dice, los ojos y las manos son la clave para vendernos el producto. Y lo dicho, demuestra una vez más el animal interpretativo que es, y su nominación a los premios está justificada.


En toda su totalidad, la película no tiene defectos realmente reprochables. La escenificación de la familia durante el planteamiento es un caos divertido y fabuloso. Llega a angustiar el número de ocasiones en que la protagonista sufre un revés, con su posterior levantamiento triunfal y esperanzador. Si bien es verdad que si el espectador logra mantenerse apegado a ella, disfrutará mucho del tercer acto. Supera el test de Bechdel con soltura y sin necesidad de apagar los personajes masculinos para que los femeninos tengan firmeza e identidad absolutamente propias que no dependan de los primeros. Eso es algo que el director, a lo largo de su carrera, ha logrado equilibrar con naturalidad.


A grandes rasgos, una película agradable de ver, no tan contundente y desvergonzada como las anteriores colaboraciones de quienes la llevan a cabo, pero más sutil, sin renunciar a su estilo, y felizmente entusiasta. 

7,5 / 10


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