lunes, 11 de diciembre de 2017

Tarde para la ira. (Raúl Arévalo, 2016)

Me cae bien Raúl Arévalo porque sabe dónde pone los pies, es un tío sencillo que siempre va ligero de equipaje en cada trabajo que realiza y que no hace ínfulas de nada. Ya como actor tiene demostrado que salta de papeles cómicos e inquietos a otros más taciturnos con una facilidad y credibilidad pasmosa. Como director, debuta con ese mismo carácter, muy firme en lo que propone y con unas ganas tremendas de contar bien la historia que quiere contar. Sin complicaciones ni enredos, sirviéndose de lo que ha podido aprender de gente como Alberto Rodríguez o Daniel Sánchez Arévalo. 

Digo que el director sabe en qué terreno juega cuando noto que la película vira entre 'Un día de furia', de Joel Schumacher, y 'Collateral' de Michael Mann, mejorando a la primera y haciendo el mismo uso de la tensión con estallido final de la segunda. Por supuesto, impregna su propio nervio, y es muy consciente de que esto no es Hollywood. A partir de esa modestia y esa honestidad consigo mismo, sabe arrancar un thriller sucio y tenaz que se suma a una buena lista de títulos españoles contemporáneos con los que es imposible no querer dar un bofetón a todos aquellos que afirman con rotundidad que el cine patrio es aburrido o que se obceca siempre en los mismo temas.


Del apartado interpretativo, Antonio de la Torre y Luis Callejo conforman un incómodo dúo con el que espectador se ve obligado a empatizar, pese a que el primero es un antihéroe con muchas sombras y el segundo es un tipo misógino y amargado que se ve atrapado en una serie de sucesos provocados en parte por su propia vileza. La narración logra que tengamos con ellos una relación de amor/odio, y nos coloca varias veces en la piel de quien ha cometido actos muy cuestionables. No es que queramos salvarles de sus propios errores del pasado, es que el guion nos lleva a vislumbrar que detrás de todo lo malo y negro de cada persona hay un ser humano imperfecto.


La película es un éxito en los sentidos en que he explicado, pero descuida algún que otro aspecto técnico. Sobre todo en la parte del sonido. La vocalización de algunos actores, sobre todo en los susurros, es inexistente, y es algo que me saca de mis casillas. Aún queda mucha tarea en nuestra industria en cuanto a querer marcar el acento de barrio o de clase baja, y permitir al espectador entender los diálogos. Y quizá la sorpresa final que se reserva la película tiene algo de previsible, aunque ese momento se resuelva de manera diligente. Pero en conjunto es un debut muy serio, muy a tener en cuenta. Habrá que ver si Raúl Arévalo es capaz de mantenerse tan firme como director como lo ha sido como actor. 

7,75/10


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